El pulpo tenía razón

No fué la final esperada. Evidentemente el peso de ser los primeros campeones en la historia de sus respectivos países influyó en los jugadores. España es un justo campeón, sobre todo por aquella fantástica semifinal con Alemania y porque siempre creyó en lo suyo y se sobrepuso a todos los obstáculos que le planteó este mundial. Holanda le armó un partido durísimo, jugando al límite del reglamento y a veces pasándose de la raya (con la ayuda del árbitro). Nunca los ví jugar, pero esta Holanda me hizo acordar a aquellos equipos argentinos y uruguayos que jugaban la copa libertadores en los años 60' y 70'. Asperos, concentrados en la marca, pero al mismo tiempo con jugadores talentosos que podían desequilibrar y muy fuertes mentalmente. Nuestro admirado Cruyff seguramente no habrá reconocido a esta particular versión de los naranjas. Los españoles, por su parte, se mantuvieron fieles a su estilo y dominaron claramente los primeros 15 minutos, luego se fueron diluyendo por la férrea marca holandesa y también quizás un poco desconcertados ante la evidencia de que el referí iba a ser permisivo con las faltas. Sin embargo, tal cual lo hicieron durante todo el mundial, no perdieron la cabeza cuando las cosas no les salieron del todo bien, y siguieron en la suya. En cierto modo fué un mundial extraño de España, superior a todos sus rivales durante gran parte de los partidos, no lo pudo traducir en la red y terminó ganando la mayoría de ellos por la mínima diferencia. Extrañó muchísimo a Torres, que nunca estuvo en su nivel. A pesar de esta falta de definición España terminaba ganando casi por decantación; es decir, de tanto tener la pelota, mover al rival e ir hacia delante el gol terminaba llegando. Las últimas tres victorias llegaron en el tramo final de los partidos y así también ocurrió en la final en un alargue que lo tuvo como claro dominador a favor de una Holanda que, cansada por la tremenda presión que ejerció en el tiempo regular, salió un poco más e intentó devolver golpe por golpe. El gran Andrés Iniesta ,que no había hecho un gran partido pero brilló en la prórroga, le dió el último gol angustioso de este mundial a España y la puso en el lugar que todos le vaticinaron cuando arribó a Sudáfrica (una presión que también supieron sortear). Quizás en otro post hablemos de algunas actuaciones individuales y jugadas inolvidables de esta final (la patada voladora de De Jong ranquea alto) y armemos el equipo con los mejores del torneo, siempre a la espera que el ilustre fundador de este blog se deje de colgar videos y escriba algo.